Por: Lic. Enrique Carlos Robles
“Estoy convencido de que una etapa importante del pensamiento humano se habrá alcanzado cuando lo fisiológico y lo psicológico, lo objetivo y lo subjetivo, estén realmente unidos” Iván Pavlov.(1849-1936)
Considero que el reduccionismo ubica la gota de agua, por un lado, el lago por otro, las nubes arriba, el sol más alto, se llega así a la intimidad de cada elemento; por lo general, renunciando en esa abstracción unicista a la visión sistémica, a la integración de cada uno de ellos en el efecto, LLuvia.. Jorge O. Veliz.
Es necesario definir una posición frente a la visión de las ciencias, escindida en dos bloques inconexos, que nacen con la división entre naturaleza y espíritu; y que sobreviviendo aún en la actualidad, impiden ver el progreso cognoscitivo como una conquista de la sociedad y nos conduce a interpretar la construcción científica de cada disciplina, sin visualizar su articulación con los factores que intervienen en su formación histórica y que provienen de las otras vertientes de la creatividad humana contenidas en el paradigma dominante de cada época .
Desde nuestro enfoque de una Morfología comparada como método de interpretación de la historia, resultaría incomprensible sostener esta visión fragmentada de los aportes que han sido realizados a través del tiempo en distintos terrenos: de la astronomía, la matemática, la física, la filosofía, el psicoanálisis, la pedagogía, la química, la biología; enriquecidos por otras formas subsidiarias del saber que van surgiendo en la historia , merced al fenómeno de ¨germinación cruzada¨ que se produce entre aquellas especialidades y por obra de un proceso lógico que se origina en la experiencia intuitiva, en el razonamiento analógico y en la deducción.
De este sentido unitario y de cruzamiento en la formación del pensamiento científico, nos da cuentas, por ejemplo: las formulaciones de la teoría ondulatoria de la luz a partir del sonido, de la conducción térmica a partir de las leyes del flujo de los líquidos, de la teoría cinética de los gases a partir de las leyes de la mecánica, de la conducción térmica a partir de la gravitación; para dar algunos ejemplos de la Germinación cruzada de conocimiento en general.
Proponemos entonces, una mirada universalista del conocimiento, para superar la imagen de la ciencia ligada a la sola valoración de los resultados particulares de cada disciplina y descontextualizados del espacio y el tiempo concreto de su realización.
Este concepto histórico e integrador de nuestra epistemología es a su vez tributario de una concepción constructivista y genética del conocimiento; lo que permite reconciliar los procesos lógico- metodológicos y operacionales de la teoría científica, con la práctica intersubjetiva y sus componentes ; destacando el valor que adquiere el término “convención” y ¨Perspectiva¨, en la producción de la ciencia y su validación.
Esta visión integradora y humanista, se corresponde sin duda, con un proceso histórico de autorrealización, en que el hombre se determina a partir de las condiciones ambientales y culturales de un mundo, que a su vez, él mismo va configurando en gran manera con su saber científico y su hacer tecnológico.
Así, creemos que los procesos intuitivos, racionales y experimentales que acontecen en el sujeto y posibilitan el descubrimiento en la ciencia, deben ser interpretados también desde su interacción con la realidad social toda. Subrayando enfáticamente la intervención de ese “otro de la cultura” que funda el espíritu de cada época y que a su turno establece condiciones insoslayables para entender el desarrollo del conocimiento científico, en cada momento de la historia y en cada etapa evolutiva de la humanidad y del sujeto. El desarrollo intuitivo de la ciencia en el siglo VI (a.C), como la madurez por ella alcanzada de los siglos XVIII, XIX y XX se explican solo por esta multicausalidad, que se muestra por medio del prisma universal de la cultura, y en la amplitud humanista de este término.
Por ello, desde un comienzo de este trabajo, entendimos que nuestro mayor obstáculo residía en la concepción abstracta de la ciencia; es decir separada de la práctica social y de la dimensión cultural y productiva del hombre, que es quien acumula el capital simbólico de cada época dentro de un clima cultural compuesto por los productos realizados en el arte, la religión, la ciencia y la filosofía.
Desde un comienzo, nos separamos decididamente de los que piensan que la reflexión científica no puede estar en la escuela, por entender que la ciencia es la tarea de un grupo selecto (magos, sacerdotes, iluminados, escuelas esotéricas, investigadores institucionalizados y otros). Nosotros, por el contrario, si bien es cierto que hemos señalado una diferencia de grado significativa en el desarrollo histórico y la evolución individual del conocimiento; reconocemos a este como el resultado gradual de un proceso de integración y universalización en la historia del sujeto y en la historia de la cultura del hombre.
Y sostenemos:
Otra dimensión de nuestro programa de Educación en las ciencias descansa en la resignificación del concepto de ciencia como un “horizonte de sentido” para la aplicación de la tecnología.
En el transcurso del tiempo, el Hombre ha planificado apropiarse de los medios de producción que hay en la naturaleza, y se ha servido para ello de la ciencia y la técnica.
Ciertamente, la carga amenazante que representa el desmesurado desarrollo tecnológico para la humanidad de nuestro presente, toca también a la población juvenil y a la vida escolar; expresándose demasiadas veces en un mecanicismo alienante que desvirtúa el aporte positivo de la técnica y cuyo sentido resulta necesario hoy revalorizar; más allá de la conducta despersonalizada a la que el empleo de la tecnología conlleva en el presente.
En este campo, nosotros insistimos en restaurar la unidad de la vida intelectual y práctica del sujeto; en la cual, la tecnología no se vea apartada de los fines que persigue la ciencia, llegando a caer en el olvido de los fundamentos que ésta le proporciona y termine por expresarse como una finalidad en sí misma .
El exceso de pragmatismo nos ha alejado de la curiosidad intelectual como actitud espontánea; para exaltar solo el carácter productivo del conocimiento. Desvirtuando de esta manera el propósito holístico y humanista inherente al conocimiento.
Otro tanto ocurre con la especialización del saber, que nos convierte en profundos conocedores de muy pocas cosas.
De este modo, consideramos que una política educativa que no planifique para la escuela el aprendizaje de las ciencias y no facilite las condiciones para que en su interior se instale la discusión del pensamiento científico con algún rigor en el análisis de sus fundamentos; se hallará expuesta al exagerado pragmatismo de la tecnología de estos tiempos , cuando no a la ilusión del saber absoluto que ofrecen por momentos las especialidades.
Para evitar esta nueva forma de dogmatismo, es necesario recrear en el espíritu de nuestros jóvenes el hábito especulativo de buscar explicaciones a cerca de la realidad , descubriendo regularidades constantes y leyes necesarias y asimismo formular algunas predicciones ,aunque solo se trate de aproximaciones.
De esta manera estaremos situando a las nuevas generaciones, desde los resultados de la ciencia para llegar a formular especulaciones más allá de ella misma, y ya, en terreno de la filosofía de las ciencias, respondiendo a la necesidad humana de saber, redimensionando un alcance restringido que debe tener la tecnología sin apartarse de los objetivos supremos que persigue la ciencia.
No pretendemos responder por entero a los problemas de la ciencia, ello sería sostener la utopía absoluta del conocimiento de la verdad y, más impropio sería, hacerlo desde la realidad de la escuela. Pero no por esto hemos de renunciar a la construcción de utopías relativas, pues el progreso humano ha demostrado ser hasta ahora, la realización de alguna de ellas.
Enrique Carlos Robles