Los Guardianes Perfectos

"Las decisiones son las bisagras del destino" E. Markham

Por: Jorge O. Veliz / Alejo Iglesias




articulo

22/03/2022

Resumen

Ante la impactante coyuntura internacional, reflexionamos sobre “el poder de decisión” y su trascendencia en quienes ese poder es aplicado, preguntándonos también por la integridad de aquellos que administran ese poder. Este planteo inicial nos lleva a reflexionar sobre nuestro país y su letargo, sobre la cronicidad de los desaciertos y de la impericia de quienes gobiernan. Nos interrogamos, finalmente, sobre nuestro rol como ciudadanos para que todo esto siga sucediendo. 


“Uno de los castigos por rehusarte a participar en política,

 es que terminarás siendo gobernado por hombres inferiores a ti”.

Platón

 

Tipeaba las primeras letras de lo que pretende convertirse en una antología que lleva por título “Libres pensadores, los grandes alquimistas”, cuando la noticia de que finalmente Ucrania había sido invadida me detuvo. 

La interconectividad informática, que permite la transmisión de sucesos en tiempo real, hace que cualquier lugar del mundo parezca encontrarse “a la vuelta de la esquina”; la empatía (cuando ésta existe) hace que lo fáctico nos duela por más lejano que se encuentre aquel sitio donde se sufre. 

La triste realidad de un nuevo fracaso de la prudencia filosófica humana pospuso mi tarea; no puedo pensar ni escribir sobre el pasado ante la gravedad del presente. Por el momento, Hiparco de Nicea (con quien comenzaba la referida antología), así como otros célebres pensadores, sabrán esperar un tiempo para recibir de parte del Espacio de Filosofía El Liceo el merecido tributo de no olvidarlos y compartir sus grandes logros con ustedes.   

Sabemos que la historia de los pueblos ha sido escrita con sangre; sigue siendo así y lo será hasta que aprendamos de nuestros horrendos errores, hasta que la razón domine a la bestia… De lo contrario, quizás, debamos recomenzar nuestra historia como lo hizo la especie humana -según relata la Biblia- luego del diluvio universal.  

Estoy convencido de que, a excepción de ciertos grupos minoritarios fundamentalistas, la inmensa mayoría de los habitantes de nuestro planeta condenan el derramamiento de sangre, rechazan la guerra, aman la paz y la prosperidad. 

La invasión a Ucrania, el horror de la guerra, me ha llevado a preguntarme por la “integridad” de quien o quienes tienen el “poder de decisión” y, por otra parte, del “celo” puesto por quienes otorgan ese poder. La “integridad” de quienes gobiernan debería ser una condición “sine qua non”. Cuando digo “integridad” me refiero a una cualidad personal, que amalgama calidad moral e idoneidad gubernamental, haciendo de una persona un ser confiable para el bien hacer público.  

Esta cuestión ha derivado en que me plantee intensos interrogantes sobre la trascendencia que le otorgan nuestras leyes a la “integridad” de los candidatos que pretenden acceder al Congreso Nacional,  a la vicepresidencia o presidencia de la República.  Debo confesar mi sorpresa -quizás proveniente de mi ingenuidad- al ver que la calidad no es un requisito; no se exige nivel de estudio, estado psicofísico o antecedente de aptitud alguno; basta cierta edad y ser argentino para acceder a los máximos cargos del gobierno estatal.

Esta grave omisión de los constituyentes de 1994 (*), nos ha convertido en una sociedad vulnerable a la ignorancia, expuesta a la manipulación de quienes se valen de la política sólo para satisfacer sus ambiciones personales. Siento que tal condición de desamparo constitucional nos debe hacer reflexionar en cuanto a los espacios que no ocupamos, a los lugares que cedemos: el de las “grandes decisiones”. Siento que debemos esforzarnos en juzgar si quienes pretenden representarnos merecen nuestra plena confianza ciudadana.

Ya Sócrates (470-399 a.C.) advertía que convertirse en gobernante exigía las dotes y la educación adecuada, y denominaba a este grupo social de ciudadanos aptos para ejercer el gobierno “Los guardianes perfectos”. 

La decadencia de la República excluye a miles de compatriotas; está en manos de quienes sustentamos la política mediante el sufragio, la responsabilidad de pensar un futuro con “guardianes perfectos” que velen por la salud de nuestra Nación. Quizás la perfección sea una cualidad divina, inalcanzable para el hombre, pero es muy posible que si en procura de ella ponderamos el mérito, alcancemos alguna vez la excelencia bienhechora.

La sabia frase de Platón que encabeza estas líneas sigue tan vigente como cuando fue pronunciada por primera vez, poco ha cambiado, poco y nada hemos aprendido… Algo debemos hacer.

 

Jorge O. Veliz

 

 

 

(*) Artículos de la Constitución Nacional de 1994 relacionados:

Artículo 48.- Para ser diputado se requiere haber cumplido la edad de veinticinco años, tener cuatro años de ciudadanía en ejercicio, y ser natural de la provincia que lo elija, o con dos años de residencia inmediata en ella. 

 Artículo 55.- Son requisitos para ser elegido senador: tener la edad de treinta años, haber sido seis años ciudadano de la Nación, disfrutar de una renta anual de dos mil pesos fuertes o de una entrada equivalente, y ser natural de la provincia que lo elija, o con dos años de residencia inmediata en ella.

Artículo 89.- Para ser elegido presidente o vicepresidente de la Nación, se requiere haber nacido en el territorio argentino, o ser hijo de ciudadano nativo, nacido en país extranjero; y las demás calidades exigidas para ser elegido senador.

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