Día mundial de la Filosofía.

“Los políticos y sus cuarenta años en la administración del Estado”

Por: Jorge O. Veliz




articulo

21/11/2024

Resumen

«Para construir un mundo mejor, para avanzar hacia un ideal de paz, sabemos que debemos adoptar un enfoque filosófico, es decir, debemos cuestionar los defectos de nuestro mundo, más allá del tumulto de las crisis. La filosofía es, por tanto, esencial a la hora de definir los principios éticos que deben guiar a la humanidad».

 Palabras de Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, con motivo del Día Mundial de la Filosofía.

 

 


Día Mundial de la Filosofía.

 “Los políticos y sus cuarenta años en la administración del Estado

-Reflexiones -

 “Uno de los castigos por rehusarte a participar en política,

 es que terminarás siendo gobernado por hombres inferiores a ti”.

Platón

   Cada aniversario, cada conmemoración del día internacional de la Filosofía es un recordatorio de que fuimos ideados como seres pensantes, capaces de ser conscientes de la propia existencia – “pienso luego existo” – única diferencia significativa con nuestros hermanos del reino animal.

   En nuestro espacio de Filosofía, sostenemos que el ejercicio reflexivo nos dignifica como seres pensantes e influye significativamente en la orientación de nuestros actos.   

   Siendo nuestro anhelo principal la difusión de la Filosofía, con motivo de esta celebración, podrían abordarse diversas cuestiones del quehacer humano, como la felicidad, el amor, la libertad,  la amistad…, por nombrar algunos.

   Sin embargo, en un país bendecido por la naturaleza, capaz de producir alimentos para cuatrocientos millones de habitantes, con un índice de pobreza alarmante, pecaría de omisión en un día como hoy si no invitara a reflexionar sobre esta situación angustiante para muchos compatriotas.  

   Cuarenta años de ejercicio democrático, diez oportunidades de sufragio para presidencia, diez instantes soberanos. El padrón, el sobre, el cuarto oscuro, la boleta electoral, la urna y el voto emitido. Cinco minutos cada cuatro años para decidir quién ocuparía el sillón de Rivadavia, el destino del país en su futuro inmediato y el de las próximas generaciones.

Efímero y crucial protagonismo para quienes cargamos sobre los hombros el peso del Estado.

   Gobernaron y gobiernan quienes fueron elegidos por la mayoría, unos y otros, sin alternancia simétrica, pero todos.

   ¿Tienen los pueblos los gobernantes que merecen?

   Personalmente, soy de la opinión de que el ejercicio filosófico y el ejercicio político son incompatibles, si lo fuera, el filósofo se convertiría en político, mientras que el político no llegaría a filósofo. Quien fuera el filósofo volvería a la caverna a congraciarse con las sombras de sus percepciones ideológicas, sus reflexiones se ordenarían al dogma, se alejaría de la realidad. El político se convertiría en sofista, perfeccionaría la retórica, es decir, la habilidad para convencer, para hacer ver lo grande como pequeño y lo mínimo como máximo.    

   Siguiendo este criterio, no me refiero a una u otra idelogía; desde “El Liceo” promovemos el pensamiento crítico racional, instamos a elevarse sobre dogmas y prejuicios, alentamos la objetividad. Pero caeríamos en el espacio de lo anodino si en nuestra proclama no invitáramos a reflexionar sobre el rol que han jugado los  políticos desde la recuperación de la democracia. Seríamos esquivos si soslayáramos el desempeño político de nuestros representantes, si no cotejáramos sus gestos y procederes con los principios éticos-morales que sentaron las bases de la cultura política de Occidente, si no evaluáramos objetivamente los resultados de sus gestiones.    

  Aristóteles entendía que existen multiplicidad de actividades en la medida de los fines que se persiguen y que existía algún fin mayor o definitivo hacia el cual se alinean los fines menores, “entonces será evidente que se trata de lo bueno y lo mejor” refiriéndose a la Política. Porque ella administra los saberes y quehaceres que necesitan las ciudades, estando las facultades más valoradas, como la salud, la educación, la economía y la seguridad a ella subordinadas. Constituye entonces el bien del hombre, pero en especial de la sociedad, donde su connotación siempre es preferible que al bien de “uno solo”. De la política depende la “amistad cívica”.

      Finalmente, comparto datos estadísticos sobre los últimos cuarenta años, en cuanto a la evolución de dos factores de significativa trascendencia socio económica a lo largo de éste período, LA INFLACION y LA POBREZA; y un tercer factor que invita a reflexionar sobre dos realidades, la del ciudadano y la del político:  EL PRIVILEGIO.    

 

LA INFLACIÓN:

 

   La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en un país durante un periodo sostenido de tiempo.

   Tras sucesivas crisis económicas en los últimos cuarenta años la tasa anual promedio de inflación ha sido de un 33,4%.

   En diciembre de 2023, el índice de precios al consumidor (IPC) fue del 25.5%, alcanzando el 211.4% anual, el dato más alto desde 1990. (INDEC).

  No es novedad el impacto negativo de la inflación sobre la economía; reduce el poder adquisitivo de los salarios, las jubilaciones, encarece servicios, productos y genera incertidumbre en los mercados.

   Argentina ocupó en 2023 el segundo lugar en el ranking mundial de países con mayor inflación, por debajo de Libia.

Líbano: 211,9%, Argentina: 211,4%, Turquía: 64,8%

 

LOS NÚMEROS DE LA POBREZA.

 

   La pobreza es una situación en la cual una persona no puede satisfacer sus necesidades básicas, físicas y psicológicas.

   Si bien recién en 1988 se comenzó a cuantificar la pobreza como dato estadístico, datos del Centro de Población, Empleo y Desarrollo de la UBA, en octubre de 1982, catorce meses previos al inicio del ´período democrático, la pobreza en el Gran Buenos Aires “llegaba casi al 22% de los hogares” (Ideas del Litoral – Evolución de la pobreza en Argentina 1983-2021)

   Transcurrieron cuarenta años de altibajos hasta el reciente primer semestre de 2024, en ese momento, los hogares por debajo de la línea de la pobreza (LP) en los conglomerados urbanos fue del 42.5%. (* El INDEC)

 

EL PRIVILEGIO:

 

   Es la exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia. Por citar algunos:

   Quienes administraron los recursos públicos, durante estos cuarenta años, percibieron sueldos muy superiores a los asignados al sector de salud, a los docentes y al personal de seguridad. Además de administrar fondos reservados, presupuesto para asesores, pasajes aéreos, etc.   

   En el sector privado son la honestidad, el mérito, la eficiencia, las cualidades que validan la continuidad de quien cumple un rol o función. En el Estado puede advertirse que existen otros códigos, la audacia prevalece sobre la honestidad, la obsecuencia sobre el mérito y la eficiencia como la entendemos tiene otro significado en el diccionario político.

   A diferencia del sector privado en el que cada cual se hace cargo de sus desaciertos y consecuencias, en el sector público, la mala praxis es por lo general de tal magnitud que es imposible que el responsable pueda reparar el daño causado y, el privilegio de los fueros ha sido un útil refugio para muchos de ellos

   Sin embargo, está a la vista que ni la ineficiencia ni el daño impide la continuidad política, ni el goce de jubilaciones de privilegio, de montos disparatadamente superiores al de las jubilaciones ordinarias.

    No sería una buena lectura considerar que esta cruda realidad socioeconómica contradice el principio Aristotélico que pondera a la Política como “lo bueno y lo mejor”; la Política genuina es un recurso formidable del Sistema Democrático, la cuestión es quién lo ejerce.  

    Antes de Platón y de Aristóteles, ya Sócrates advertía que convertirse en gobernante exigía las dotes y la educación adecuada, y denominaba a este grupo social de ciudadanos aptos para ejercer el gobierno “Los guardianes perfectos”. 

 

Los dejo con vuestras reflexiones.

 

Jorge O Veliz.

El Liceo.

 

 

 

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