Reflexiones

Supremacía tecnológica, la caída del hombre.

Por: Jorge O. Veliz




articulo

11/05/2023

Resumen

 

“Nuestros antepasados eran unas personas extraordinarias: vivían durante centenares de años, no estaban nunca enfermos, sabían desplazarse por el espacio utilizando unos medios que nosotros ya no tenemos, veían y oían cosas que nosotros no vemos ni oímos ya. ¿Ha perdido algo la humanidad?

Nei Tching Sou Wen,  MTC J.A. Lavier.


La caída del hombre y la supremacía tecnológica.  

Que en este momento sea el teclado de mi notebook, quien transmita lo que pienso en lugar de mi “puño y letra”, me resulta práctico y más simple que tomar lápiz y papel; todo lo que el “Word” permite es fantástico, elijo tipografía, el tamaño de las letras y tantas opciones más, pero…, sé también que privo al lector del espíritu impregnado en cada trazo de mi letra y, al grafólogo, casi, de mi alma al desnudo.  La tecnología nos allana el camino, al precio del anonimato, en muchos casos.  

Comparto con Jaques André Lavier (1922-1987), que desde hace centurias la humanidad sufre un proceso de decadencia irreversible (así como irreversible es el curso de la noche) y que lo único a nuestro alcance es desplegar un paracaídas para atenuar el impacto de esa caída.

A ese fin Lavier nos habla de la “apertura del consciente” y esto implica (cayendo casi en una grosera simplificación) zamarrear la conciencia obnubilada, despertar y tomar las riendas de la propia vida.

En el proceso de ralentizar esta caída, la filosofía, resulta un recurso vital.

Debemos entender a la filosofía como una reflexión de segundo grado, veamos.

Mientras avezados capitanes y rudos tripulantes se hacían a  la mar sin preguntarse el porqué de la principal cualidad de su barca:  la capacidad de flotar, el joven Arquímedes (281-212 a.C), se preguntaba cuál era la razón de esa singularidad, a partir de allí (la flotabilidad ) se inicia el proceso reflexivo, de segundo grado, que lo condujo a la resolución del enigma: “Un cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo experimenta un empuje vertical hacia arriba igual al peso del fluido que desplaza”

Esta referencia sobre este ilustre pensador de Siracusa, es sólo un ejemplo de tantos otros que compartieron la misma curiosidad virtuosa, la cual, como “chispa”, encendió en sus mentes el proceso deductivo, es decir, “la reflexión” que les iluminó el camino de la sabiduría. Citando un par de ejemplos de los cientos que existen…

Eratóstenes de Cirene (276-194 a.C), determinó la circunferencia de la Tierra y la inclinación de la eclíptica con notable precisión en ambos casos.

Hiparco de Nicea (190-120 a.C), padre de la trigonometría, describió la precesión de los equinoccios, producido por un “lento” bamboleo de los polos terrestres (semejantes al meneo de un trompo) que demanda aproximadamente 22.500 años en completar un giro.

¿Cuántas personas conocemos en la actualidad que sin tecnología alguna sean capaces de tales logros? 

He aquí la “inteligencia natural” la cual es una muestra de nuestro potencial intelectual, un atributo que obviamente demanda esfuerzo y perseverancia para su desarrollo. Nuestra capacidad cognitiva se expande si se estimula adecuadamente, sin ejercicio reflexivo se anquilosa.

Si nos remitimos a la definición del  Homo sapiens, es decir al “ hombre sabio ”, veremos que se nos describe como seres con capacidades mentales que nos permiten inventaraprender y utilizar estructuras lingüísticas complejas, lógicas, matemáticas, escritura, música, ciencia y tecnología.  Sin embargo, en la medida que delegamos procesos reflexivos resignamos destrezas, es decir seremos menos hábiles para valernos por nosotros mismos. 

Este detrimento se observa claramente en muchos jóvenes escolarizados con serias dificultades en lecto escritura y en la comprensión de textos; si bien la causa es multifactorial, la primacía de los medios audiovisuales como herramientas de comunicación, es sin duda un factor crucial.  

No es nada nuevo, a medida que la tecnología avanza, más tecno dependientes somos y más ignorantes de sus secretos.  Nos tecnificamos más y pensamos mucho menos.

El hombre sabio va quedando atrás.  

Poco se tiene en cuenta aquel magistral método de aprendizaje conocido como “Mayéutica” implementado por Sócrates (470-399 a.C), el cual consiste en hacer preguntas al interlocutor mediante las que éste va descubriendo conceptos generales que le ayudan a ver la luz, es decir, a llegar por sí mismo a la respuesta. Un poco como aquello de “dar la caña, pero no el pescado”.

Si preguntáramos a Aristóteles como proceder en un mundo con supremacía tecnológica probablemente nos aconsejaría la virtud de la prudencia, es decir, el procurar un justo medio entre lo que presupone ser un apático tecnológico o un enajenado cibernético. Dicho de otro modo, utilizar con criterio los avances tecnológicos y no renunciar al razonamiento crítico.  

Llegado el momento, el fin de la caída, no será la inteligencia artificial quien rescate al hombre de las cavernas, será nuevamente la inteligencia natural la protagonista en posibilitarle reemprender un nuevo ascenso.   

Jorge O.  Veliz.  

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