Por: Jorge O. Veliz / Alejo Iglesias
“Necesitamos especialmente de la imaginación en las ciencias. No todo es matemáticas y no todo es simple lógica, también se trata de un poco de belleza y poesía” María Montessori (*).
Filosofía, Astronomía y Astrología
“Por mi parte, no sé nada con certeza, pero la vista de las estrellas me hace soñar” Vincent Van Gogh
Puedo imaginar la expresión de asombro de aquellos arqueólogos, quienes luego de la ardua y agotadora tarea de remover montañas de arena, finalmente lograron ingresar al recinto de lo que fuera la biblioteca del rey babilonio Asurbanipal (1), donde cientos de tablillas de arcilla guardaban en sus grabados la historia que luego de milenios podría ser revelada.
No imaginaban que algunas de esas reliquias de impresiones cuneiformes, resultarían la colección más amplia de registros astronómicos y reglas de augurios provenientes del segundo milenio antes de Cristo, un tiempo donde la astrología evidentemente, ya existía.
Al abordar la relación de la Filosofía con la astrología, consideré pertinente evocar conocimientos de ese pasado del que, posiblemente, los intelectuales de la Grecia antigua se nutrieran. Quizás esos conocimientos le posibilitaron a Tales de Mileto en el año 585 a. C. ser el primero en predecir un eclipse de Sol, y con ello, como ya dijéramos en otra ocasión, comienza la aspiración filosófica a no sólo explicar cada hecho físico (tarea cumplida por la ciencia), sino a integrarlo coherentemente en una cosmología, es decir, en un ordenamiento metafísico de la estructura del Universo.
Ya nos hemos pronunciado en cuanto a que la filosofía nada pasa por alto ni deja de abordar en búsqueda de la sabiduría y hemos insistido sobre la premisa socrática de no conformarse con la opinión (doxa) e ir en búsqueda del conocimiento (episteme).
En la antigua Grecia, la Astrología y la Astronomía compartían la unidad, como si se tratara de una célula huevo aún indivisa, sin embargo, ya por ese entonces, Ptolomeo (2) señala sobre la ciencia de los cuerpos celestes dos aspectos: uno referido a las formas que adquieren los movimientos de los astros (astronomía) y el otro, referido a la observación de los cambios que sus características naturales producen en las cosas (astrología).
Con el advenimiento de los descubrimientos, aquella “unidad” que conformaban la Astrología y la Astronomía en la antigua Grecia, se fue escindiendo, se fue “polarizando”, pero…, sin perder identidad como “unidad” en su coexistencia desde la visión sistémica, vale aclarar, que no lo consideró así la lógica académica, la cual relega a la astrología a una pseudociencia.
Sabemos que aquello que no es susceptible de ser cuantificado, medido, pertenece al mundo de lo abstracto, no amigable para la ciencia, mundo al que Platón llamaba “de las ideas”, de las “esencias” las cuales existen, aunque no puedan ser percibidas sensorialmente por las personas y no pueden ser objeto del conocimiento sensible y que sólo son alcanzables a través de la razón.
Cuando se habla de la astrología como ciencia oculta, no se hace referencia a que se trate de un conocimiento a “ocultar”, o para “elegidos”; “ Lo que determina que esta ciencia sea “oculta” es el hecho que la fuente cognoscitiva de que proviene tal saber se encuentre en el misterio de la “interioridad” del propio ser humano; sólo al descubrirse esa fuente, al encontrar el acceso a ella, se comienza a revelar una esfera del saber que, en última instancia, se basa en la premisa del “ ser uno con todo lo existente”(3)
La ciencia avanza y se estructura desde lo particular a lo universal, desde el fenómeno a la observación perseverante de los científicos y sus posteriores conclusiones. Así, la Ley de la atracción de los cuerpos, la Ley de la relatividad, el descubrimiento de la penicilina, el Big Bang, etc., etc., tienen cada uno de ellos, nombre y apellido; el saber astrológico, no sigue esa secuencia y, el nombre y apellido del autor permanecen en el anonimato.
“… aquel saber, no se originó como producto de una investigación minuciosa, como producto de experiencias trabajosamente acumuladas, sino por una especie de “revelación “cuyas hipótesis eran de índole muy distintas, de índole mucho más íntima que todo aquello que hoy día suele llamarse investigación científica” (4)
El señalar esta diferencia entre la Ciencia y la Ciencia oculta, no implica un conflicto para quienes avalamos la visión y el pensamiento sistémico, sólo se hace referencia a las particularidades de dos componentes de un Todo del que somos parte y en el que estamos inmersos.
El escritor Papus (5) dio un ejemplo muy didáctico para describir la diferencia entre la astronomía y la astrología, a las que compara con un libro:
¡Mira este libro! Tiene tantos centímetros de alto por otros tantos de ancho y otros tantos de espesor, es de tapas gruesas color habano, tiene tantas hojas, el color de las mismas es similar al hueso y están compuestas por tanto de carbono y tanto de oxígeno, pesan tantos gramos y están impresas con símbolos de tal tamaño y tal tipografía ¿No son una maravilla de la ciencia? Exactitud astronómica. Pero… ¿Basta esa precisión para considerar que conocemos el libro? ¿Te ha sido posible leerlo? ¿Qué opinas de su contenido? ¿Te ha provocado alguna emoción? ¿Te ha revelado algo que desconocías? Pues, atrévete a él, el libro está vivo y tiene mucho para conversar contigo. El saber oculto.
En referencia a la disociación que entre ellas hace la ciencia, Goethe sentencia: “Tiene las partes en la mano, pero no el lazo mental para unirlas porque le falta el valor para buscarlo”
Existen saberes que sólo es posible alcanzarlos mimetizándose con ellos, así, sólo podremos emular la percepción de un buceador en las profundidades marinas, o la ingravidez que experimenta un astronauta en la estratósfera, haciéndonos parte del mar o del cosmos.
En mi humilde opinión como iniciado en esta “ciencia oculta” y en filosofía, la astrología humanista representa un desafío reflexivo de alta complejidad, una singular experiencia personal para el autoconocimiento.
Como médico, siento que la astrología representa para la psiquiatría y la psicología, lo que un faro significa para un navegante en una noche oscura y sin estrellas.
Dr. Jorge O. Veliz
(*) María Tecla Artemisia Montessori. (1870-1952) Médica, psiquiatra, pedagoga y filósofa.
(1) Asurbanipal. (669-627 a. de C) Rey asirio de la ciudad de Nínive, actual Mosul, Irak.
(2) Ptolomeo Claudio (90-168 d.C). Tetrabiblos.
(3 y 4) “La astrología como ciencia Oculta”. Primera conferencia. Oscar Adler (1875-1955). Médico, violinista y filósofo.
(5) Gérard Encausse, ( 1865-1916) médico y ocultista, más conocido como Papus.