Aristóteles, gran maestro

La racionalidad, fuente de ciencia y de prudencia

Por: Jorge O. Veliz / Alejo Iglesias




articulo

02/01/2022

Resumen

De la mano del más científico de los filósofos y, simultáneamente, el más filosófico de los científicos, recorremos, a través de los potenciales y efectivos desafíos de la vida, la línea oscilante del prudente equilibrio racional. 


Se es bueno por uno solo camino, 

se puede ser malo por mil

Aristóteles

 

Hijo de un médico, discípulo de Platón, maestro de Alejandro Magno, fundador del Liceo y de su Escuela Peripatética; autor de la obra filosófica escrita más amplia de la Antigüedad griega (Lógica, Retórica y Poética, Ciencia Natural, Metafísica, Ética y Política): Aristóteles, el pensador polímata de Estagira, encarna las ansias de saber pleno que dieron origen a la filosofía. 

El alejamiento de la Academia -y, por ende, de su maestro Platón- se debió a que Aristóteles, aún muy joven, asumió un enfoque radicalmente opuesto al Idealismo: no podía aceptar que la realidad física fuera una copia degradada (apariencia) de entidades metafísicas (esencias). A esto opuso una doctrina basada en la comprensión de la existencia a través del conocimiento de los fenómenos y entidades naturales, es decir, construida con los pies firmes en tierra científica y edificada sin ceder los planos a la abstracción imaginaria.   

Aristóteles encuentra en cada ente, animado o inanimado, un compuesto de forma y materia; él no recurre, como Platón lo hacía, a otros niveles del Ser para explicar los fenómenos fácticos del Universo material. El humano no es más que uno de esos seres, aunque dotado de un alma peculiar: animal que supera su mera condición biológica y accede a la existencia racional al aplicar la inteligencia en cada una de sus acciones concretas, es decir, al volverse prudente (phrónimos).

¿Y cómo define Aristóteles esa disposición de prudencia, que da el criterio de Virtud (areté) a su ética? Al establecer como criterio de discernimiento práctico el del Justo Medio / Centro Virtuoso / Feliz Mediocridad: la decisión acertada ante los dilemas morales es siempre la menos tendiente a alguno de los extremos considerados posibles. Según esta doctrina, la persona que alcanza la virtud (areté) no es la que realizó esta o aquella acción sobresaliente para luego permanecer en el vicio o la ignorancia, sino la que, alcanzando el hábito (heksis), sostuvo el virtuoso criterio de la prudencia. En el Justo Medio se concilian los extremos efectuando un cálculo (base racional de la elección) que sea capaz de encontrar el máximo balance posible (promedio) ante la pugna antagónica a resolver: Fortaleza resulta un término medio entre temor y confianza, Temperancia entre abstinencia y abuso de placeres, Liberalidad entre avaricia y generosidad… Y la mayor entre todas las virtudes, la Justicia, no es más que la firmeza en el hábito de ser proporcionada (o aritmética: atiende a la magnitud de los castigos) y meritoria (o geométrica: valora la dimensión de las recompensas): ella no sólo hará feliz nuestra vida personal, sino que ampliará esa felicidad al encuentro con los otros en nuestra vida en sociedad. 

Sabemos cuánto han cambiado las circunstancias y paradigmas a lo largo de la existencia humana… Así seguirán, pero, en el escenario de la secularidad histórica, permanecerá incólume la virtud de la prudencia como sacro proceder de la persona sabia.

 

El Signo de Interrogación te invita a seguir pensando:

¿Te consideras una persona prudente, según el criterio aristotélico?

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