La filosofía del Yin Yang y el Cosmos

Puntos de encuentro filosófico entre Oriente y Occidente

Por: Jorge O. Veliz / Alejo Iglesias




articulo

21/12/2021

Resumen

"Esperaban ansiosos que la noche culminara, que el sol volviese a mostrarse triunfante sobre el horizonte, promesa de un nuevo día. Esperaban temerosos de que el sol detuviera su caída sobre el horizonte, que volviesen los días luminosos, que la oscuridad cediera" 


Al igual que es difícil explicarse cómo los griegos, disponiendo sólo de las matemáticas, de la curiosidad de un espíritu inquieto y de la aguda observación lograron notables descubrimientos, también es una incógnita cómo los maestros orientales lograron, de manera magistral, simplificar la esencia de la energía cósmica omnipresente y expresarla en el símbolo del Yin y el Yang. 

Su origen se pierde en un tiempo no histórico, sin datos precisos, tal vez legendario… Los registros más antiguos se remontan a la dinastía Shang (1600 - 1046 a.C.) pero la gráfica circular del Yin Yang conocida como Taijitu, seguramente les antecede por mucho. Ésta representa un principio filosófico que se fundamenta en la existencia de dos fuerzas opuestas, complementarias y alternas que son esenciales a la organización y dinámica de toda existencia que compone el universo.  

Posteriormente, del ejercicio reflexivo -y, acaso, de la iluminación mística- de un grupo de filósofos naturalistas aventurados en la cosmogonía surgiría una doctrina religiosa china: el Taoísmo. Esta doctrina adoptó el principio de interacción Yin - Yang  como fundamento para proponer una manera de vivir en armonía con la naturaleza, sosteniendo  que todo lo que existe tiene una contraparte que es vital para dicha existencia: tanto en el microcosmos como en el macrocosmos, no existe lo inmutable o lo estático, sino que todo está cambiando continuamente, en un fluir infinito, armónico y equilibrado por las fuerzas -opuestas pero complementarias- del Yin y el Yang. Podríamos decir que dichas fuerzas provienen o constituyen el Tao -pues emanan de él y, a su vez, posibilitan su manifestación- pero estaríamos incurriendo en la injustificada simplificación de un principio muy complejo, desbordante de la precisión conceptual. Los sabios chinos decían: “Si puedes definir el Tao, ese no es el Tao”, y también es cierto que se atribuye al famoso filósofo Lao Tse la afirmación: “Una vez Yin, una vez Yang, eso es el Tao”. 

Hoy, 21 de diciembre de 2021, el nuevo solsticio de Verano, desde una perspectiva analógica, nos recuerda ese mismo principio: en este día, el hemisferio Sur de nuestro planeta recibe la mayor irradiación electromagnética proveniente del Sol. Nos encontramos en el pleno Yang, comienza el verano. En contrapartida, también hoy, el hemisferio Norte alcanzará su máximo Yin, se inicia el invierno. 

Siglos atrás, los romanos celebraban en esta fecha la fiesta del Sol Invictus, esperando que el poder de dicho astro venciera a las diversas tinieblas de la existencia. Si así ocurriera, a partir del próximo día las jornadas serían más largas y venturosas pero si no fuera así, la oscuridad podría adueñarse del cielo y del mundo bajo su bóveda…  

Lejos de allí, en China, más precisamente en el templo taoísta de Wu Dang, cercano al monte Tian Zhu (Pilar del Cielo), los monjes celebraban, sin temor, la ley de la alternancia: la eterna y universal danza entre el Yin y Yang. Confiaban en que el máximo Yin, inicio del Invierno, sinónimo de frio y oscuridad, estaba despertando al germen del Yang, cuya energía incipiente alcanzaría su plenitud sólo seis meses después, dando inicio al Verano y bienvenida al calor y la luz. Sabían que el germen del Yin detendría la expansión del Yang, y así sucesivamente… 

Una vez Yin, una vez Yang; solsticio de Invierno, solsticio de Verano”. 

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